Echando la vista atrás...


Desde que publiqué mi último post ha pasado bastante tiempo, pero os aseguro que ha sido un período muy intenso a nivel personal y profesional. He estado tan ocupada últimamente que no he podido publicar con la frecuencia que me gusta por respeto a quienes generosamente leéis con cariño lo que escribo en este espacio tan personal.
Admito que el retraso en publicar se ha debido a la falta de tiempo y tranquilidad para reflexionar y especialmente para ordenar todas las ideas, los sentimientos, los aprendizajes y las experiencias vividas durante este último mes.


El 6 de junio pude colaborar en el Segundo Congreso Nacional de Empresa 2.0 y Social Business   con la ponencia  El día que los RRHH se cansaron de ser recursos y empezaron a ser profesionales 2.0.

Es la segunda vez que los organizadores del Congreso han querido contar conmigo, lo que vuelvo a agradecer desde aquí.
Coincidir con compañeros de profesión como Virginio Gallardo y mi gran amiga Eva Collado, así como compartir conversaciones, anécdotas e ideas con grandes profesionales que pasaron por el congreso es algo que no tiene precio.

 
 

Respecto a mi intervención, lo que quise transmitir es que la aparición de las redes sociales ha tenido un elevadísimo impacto en el mundo de la empresa y en la gestión de personas, llegando a cuestionar los modelos de trabajo, de liderazgo e incluso de organigrama que existían hasta ahora.

Las organizaciones afortunadamente ya no tienen recursos humanos, sino que están formadas por personas y es precisamente en esta dimensión humana bien gestionada donde reside la clave del éxito empresarial. 
Aquí os dejo el enlace de la ponencia por si a alguien le interesa verla.

 
Justo al día siguiente tenía otra ponencia en la presentación de El Foro de los Recursos Humanos en Sevilla.
 
 

Los asistentes a este encuentro eran de un perfil muy distinto al de la jornada anterior. Directivos en su mayoría aún no muy convencidos de abrir las puertas al cambio, desaprender conceptos que en la Universidad nos transmitieron como axiomas y con gran reticencia a  trabajar bajo la sombra permanente de la incertidumbre.

Ya no es posible concebir que haya una empresa sin voz humana. La comunicación interna no sólo ha cambiado en su multidireccionalidad, sino en su filosofía y valores, así como en su fin. Transparencia, cercanía, hacer que los profesionales se sientan parte del proyecto empresarial, que aporten y que sus ideas sean valoradas, aprovechar las sinergias y la retroalimentación de perfiles variados. Aprender a gestionar la diversidad y aprovechar el talento colectivo.

Cuando estudiaba en la Facultad, en una ocasión nos contó un profesor un experimento que habían realizado con personas que estaban encarceladas desde hacía muchos años.
Estas personas aprovechaban el escaso tiempo al aire libre del que disponían para dar paseos por el patio de la cárcel cada día.
Tras una rutina forjada durante tanto tiempo, les llevaron a campo abierto para observar cómo reaccionaban y comprobaron que se limitaban a seguir dando paseos, pero lo más significativo era que la distancia que recorrían era exactamente igual que la medida del patio de la cárcel.
Teniendo un espacio inmenso y desconocido para caminar, correr, descubrir caminos inesperados, etc. parecía tener menos sentido disfrutar de todas las posibilidades que ofrecía la naturaleza que romper con su hábito, ni siquiera variar en centímetros la distancia de los pasos recorridos.


Esa misma sensación es la que me transmiten muchas empresas, ¿no os pasa a vosotros?  

Hay tantas posibilidades para cambiar, crear, generar, cuestionar… Pero los límites los tenemos en la mente, seguimos recorriendo y viendo las barreras donde han estado desde hace años, aunque ni siquiera las hayamos comprobado nosotros, en ocasiones es algo que nos han contado otros y hemos aprendido a vivir entre esos márgenes.

Creo que mi discurso en aquella ponencia fue un poco rupturista y no le gustó a todos los que asistieron, pero pretendía no dejar indiferente y sembrar una pequeña semilla de inquietud en quienes no comparten la creencia de que la empresa está condenada a cambiar y adaptarse o a extinguirse.


Pero el evento más especial de todos ha sido poder acompañar a mi adorada Laura Chica en la presentación de su libro “¿Quién eres tú?” el pasado 20 de junio en Sevilla.

 
Leer un libro que ha escrito alguien a quien aprecio y admiro siempre me despierta una sensación especial en el estómago, pero en esta ocasión es un libro que me ha ayudado a replantearme muchas cuestiones importantes, empezando por su título: ¿Quién soy yo?

Os recomiendo que lo leáis, lo subrayéis y lo trabajéis porque os aseguro que merece la pena. Del libro destacaría muchas cosas pero fundamentalmente me quedo con los siguientes puntos:

  • Somos analfabetos emocionales: no se preocupan de nuestra inteligencia emocional en el colegio, ni en la Universidad, en muchos casos ni siquiera en la propia familia. No obstante, qué importante es para poder tener una vida feliz y plena e incluso tener éxito en el ámbito profesional.
  • Ser feliz es una decisión: hay circunstancias que no podemos cambiar, que están ahí y que debemos tenerlas en cuenta. Pero ser feliz supone un esfuerzo, un trabajo y una lucha permanente y diaria. Siempre podemos hacer algo y en cualquier contexto por muy nocivo que éste sea.
  • El optimismo es una vía de supervivencia: en el contexto socioeconómico actual, ser optimista nos ayuda a enfrentarnos a nuestros miedos, a superar obstáculos a fijarnos metas y sólo si creemos que podemos conseguirlo lo haremos. No importa que te caigas, sino lo que de verdad importa es cuántas veces te levantas.
  • El agradecimiento para poder ser feliz y valorar la vida: ¡Qué importante es y cuántas veces se nos olvida ser agradecidos! Y hay tantas cosas y tantas personas a las que agradecer…
  • El ejemplo: enseñar desde el ejemplo, la coherencia y tomar conciencia de que generamos emociones positivas y negativas en nuestra familia, en nuestros equipos de trabajo, en nuestros amigos, en todas las personas con las que interactuamos. Somos responsables del ambiente en el que trabajamos y nos relacionamos y en nuestra mano está influir de manera positiva para propagar un clima más feliz y agradable.

Estas son sólo algunas pequeñas píldoras del libro de Laura, os dejo el enlace del vídeo de la presentación para que podáis conocerla un poquito mejor. Porque ella misma es una persona maravillosa y su libro es su reflejo.
 
Y por último, pero no menos importante, tengo que destacar también lo que me enseñan mis hijos cada día, ¡qué lecciones tan grandes me dan de vez en cuando!
Quienes tengáis hijos y estéis leyendo estas líneas sabréis que no es posible tratar por igual a los niños porque cada uno es diferente y especial. En mi caso, mi hijo mayor Pablo es muy sensible, a veces asume demasiadas responsabilidades para los 10 años que cumplirá a finales de este mes y también es más miedoso que su hermano pequeño.

El sábado 22 de junio fuimos a un centro hípico para ver competir al nieto de un familiar. Cuando llegamos por la mañana Pablo no era capaz de acercarse a un caballo por el miedo que le imponía un animal tan grande y hasta ese momento con el que no había tenido contacto.
Marcos, que es sólo un año más pequeño, tenía la ilusión de aprender a montar a caballo desde hace tiempo y si lo hubierais visto corretear por allí, os habría parecido que se ha criado entre cuadras, en lugar de ser la primera vez que las pisaba. Ese mismo día decidimos inscribir a Marcos a un curso intensivo durante la última semana de junio que se impartía en el centro.
 
A Pablo le dejamos su espacio y de vez en cuando se asomaba y veía de lejos un caballo. Mientras Marcos ayudaba a preparar los caballos, a lavarlos y los acariciaba, su hermano mayor iba haciendo pequeños acercamientos, a su ritmo, abandonando progresivamente su zona de confort y reforzándose cada vez que avanzaba.


El resultado lo tenéis en esta foto. Ese mismo sábado por la tarde Pablo nos pidió que le inscribiéramos también en el curso y para sorpresa de todos, ha descubierto una gran pasión que quiere seguir practicando a la vuelta de las vacaciones.

Pablo no sólo me ha enseñado la capacidad de superación y esfuerzo para vencer sus miedos con sus casi diez años, sino que como él decía: “mamá, ¡qué bien me siento porque he sido capaz de hacerlo yo solo! Y es mucho más divertido de lo que podía imaginar, me siento feliz cuando monto a caballo.”

Ante la adversidad, cada vez mayor esfuerzo y mejor actitud.
Ante el miedo, valor para avanzar y mejorar.
Ante los problemas, la búsqueda de soluciones, alternativas o nuevas perspectivas.
Pero nunca abandonar o huir hacia la desidia.
 
 
Ahora Pablo confía más en sí mismo y sabe lo que es sobreponerse a una situación que asusta para poder progresar, todo un ejemplo a seguir en nuestra vida personal y en el trabajo  ¿no os parece?

Así que echando la vista atrás, veo un mes repleto de vivencias, lecciones aprendidas y sobre todo inspiración  e ilusión para seguir cambiando y para lograr transformar el mundo, aunque sólo sea un poquito, pero no pienso dejar de intentarlo ¿y vosotros?


"Para que una revolución tenga éxito debe redescubrir valores ya olvidados y adaptarlos a las exigencias de la época"

Rabindranath Tagore